jueves, 17 de mayo de 2012

Voces, regaños y sombras


Mariana Cabrera Vázquez


DRAE:

maestro, tra. (Del lat. magister, -tri).



1. adj. Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase.

2. adj. p. us. Dicho de un irracional: adiestrado. Perro maestro. Halcón maestro.

3. m. y f. Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo.

4. m. y f. maestro de primera enseñanza.

5. m. y f. Persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura.

6. m. y f. Persona que está aprobada en un oficio mecánico o lo ejerce públicamente. Maestro de taller.

7. m. Título que en algunas órdenes regulares se da a los religiosos encargados de enseñar, y que otras veces sirve para condecorar a los beneméritos.

8. m. Compositor de música.

9. m. Hombre que tenía el grado mayor en filosofía, conferido por una universidad.

10. m. Mar. Palo mayor de una embarcación.

11. m. Méx. Titulación correspondiente a la maestría (‖ curso de posgrado).

12. m. ant. cirujano.

13. m. ant. Maestre de una orden militar.

14. f. coloq. p. us. Mujer del maestro.

15. f. desus. Mujer que enseña a las niñas en una escuela o colegio.



Mi primera maestra se llamaba Lety, no la recuerdo, yo sólo tenía poco más de un mes de nacida.

¡Eso no se hace!, recuerdo bien oír de Rocío, la primera maestra que me regañó, tenía cabello corto y era muy blanca.

Yo no sabía que las letras se comían después de decirlas, en tercero de kínder, me comí la Y antes de tiempo. Rosalinda me castigó severamente.

Primero de primaria, inolvidable  por Verónica; loca, rapada y parecida a un tejón. No supo controlarse cuando me abrí con un vidrio del salón de inglés y sangré hasta la otra pared.

¡El hombre inventó el fuego!, afirmó mi maestra Carmen, de sexto grado, antes de castigarme por contestar en el examen que el hombre lo había descubierto. Todas jurábamos que ella era un travesti por sus pantalones pegados de leopardo, sus huaraches con plataformas, tops sin espalda, cabello erizado sin control, mitad teñido, mitad despintado, su voz grave y su bigote; siempre me tenía castigada.

De secundaria casi no recuerdo a alguno en particular, mas que a Violeta, la mujer que me hizo entender la historia.

Oceguera me dio más reportes en un semestre de los que puedo recordar en mi vida, a regaños y suspensiones, pero me educó. La imagen falsa de punk se me deslavó con el paso del tiempo.

Aprender y comprender no es lo mismo, siempre he dicho.

Sobre una bicicleta vieja, Porfirio iba a mi casa sólo para que no me perdiera las clases de matemáticas cuando falté a la escuela por más de dos meses en tercero de primaria. Gracias a él comprendí que la enseñanza rebaza el tamaño de las aulas, el sonido del gis y los centímetros de una regla de madera.

Aprender, mucho. Comprender, poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario