jueves, 17 de mayo de 2012

La mejor maestra

Ángel Huerta.

Todos los días, a cada momento, podemos aprender a morir,
a disolvernos en el mar del puro ser.
G. Wehinger.

No hay mejor fecha para recordar a los maestros que hoy, sí, el ahora, no importa si es quince de mayo o doce de enero, todos los días aprendemos algo o al menos de eso se trata. Las grandes enseñanzas las ofrece la vida a cada momento pero a veces somos tan tozudos que nos pasamos la mayor parte del tiempo queriendo alcanzar logros que están muy por encima de nosotros.
La familia, la escuela, la sociedad son colectivos que ayudan en el proceso de aprendizaje, orientan pero no se tiene la obligación de seguir a ojos cerrados esa educación, al contrario la voluntad, los anhelos, ideas y sentimientos personales son los que verdaderamente aportan “algo” interesante a toda esa doctrina colectiva.  
Nutrimos nuestra forma de pensar con las experiencias que nos acontecen, y siempre hay una duda que nos ronda la cabeza al término del día pero no siempre tenemos las agallas o la disciplina para resolver ese problema. Ejemplo de ello es la cuestión de la muerte, sé que no todas las personas van a la cama pensando en la muerte aunque estoy seguro de que al menos la mayoría ha pensado en ella, tal vez por obligación, por diplomacia o por culto pero nadie se escapa.
A últimas fechas hemos dado el último adiós a un gran maestro de las letras Carlos Fuentes reconocido por la elite de los cultos y autor recomendado para los demás. El trágico deceso ha calado hondo en mi pensamiento, no dejo de preguntarme como se vive la muerte.
 Hay muchas concepciones con respecto a la muerte pero hasta ahora no hay (como en todos los temas que verdaderamente vale la pena investigar) una teoría fija que logre abarcar toda su complejidad.
En psicología se habla sobre etapas del morir, como se concibe el hombre cuando sabe que va a morir; en los antiguos pueblos y en algunas religiones se habla sobre la trascendencia del espíritu o del alma; en la filosofía sobre la existencia y la finitud del hombre. Estas  son sólo algunas someras explicaciones que da el hombre frente a la nebulosa idea de la muerte. Creo que como humanidad aun nos falta mucho para poder acercarnos a una posible solución pero también concuerdo con la idea de  Stefan Zweig que dicta así: “No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.”

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