lunes, 7 de mayo de 2012

Deseos de maternidad


-R-
Cuando Mayte (pronunciado Maité) me dijo que no podría tener hijos yo sufrí. Sufrí porque conocía su ilusión de un día ser madre. Aun recuerdo cuando andaba con Daniel, apenas el año pasado. Ella recién había comenzado su vida sexual y yo, así, casualmente, le preguntaba sobre eso. En algún momento me arrepentí; hoy ya no, pero en algún momento me molestó su plática. Y no es que diera detalles, en cambio, y eso se lo aplaudo, es la persona más discreta que he conocido; sin embargo pronto empezaron sus problemas. Yo lo supe desde el principio, creo que después de su madre yo fui el primero a quien le dijo. Creo que lo supe antes que Daniel.

  Pues resulta que por culpa de su novio había contraído alguna enfermedad. Al principio simplemente le dije “cuídate”, pero cuando eso creció me invadieron unas ganas de matar a ese tipo. Hoy ese odio ya no existe, pero entonces lo tuve. El punto es que a Mayte le atacaron unos quistes dentro de la vagina que obligaron a una operación con grandes posibilidades de volverla incapaz de concebir. Esa fue la primera vez que la vi llorar por sus hijos inconcebidos. Finalmente entre su familia y yo, pues para ese entonces Daniel ya no aparecía por ningún lado, logramos convencerla de que se hiciese la cirugía.

  El doctor dice que fue el largo tiempo de duda lo que ocasionó su problema. Para cuando Mayte decidió someterse a la operación la zona infectada había crecido. “Dice que estoy sana, pero que mi útero está muriendo. Dice que es probable que dentro de un año ya no pueda ser madre”. Esa noche lloró en mi hombro como nunca he visto llorar a nadie. Para distraerla la llevé a uno y otro lugar, pero su mente siempre permaneció en su vientre.

  Nunca fue un secreto lo que yo sentía por ella. Mis amigos lo sabían, a ella se lo había dicho e inclusive a su madre la trataba de suegra cuando ella estaba soltera y de ex suegra cuando no. Por eso uno de esos días que ella me dijo entre sus tristezas que a veces deseaba tomar al primero que pasara frente a ella para quedar embarazada me ofrecí como voluntario. “Yo lo puedo hacer”, le dije, y luego tomándole la mano “en verdad lo puedo hacer, tú sabes que por ti lo haría, sólo te pido que me des la oportunidad de hacerlo como se debe: que me dejes hacerte el amor”.

  Ahora la veo y sonrío de verla sonreír. La veo tocarse el vientre apenas inflamado a los tres meses de embarazo. El doctor le ha dicho que ese embarazo es de alto riesgo y que a ella no le importa. No le hace caso a nadie. Yo ya me rendí, no puedo tenerla quieta a pesar de las indicaciones del médico, siempre está de aquí para allá viendo que puede necesitar el bebé. Su mamá se cansa de repetirle que primero tienen que esperar al menos a saber que va a ser. Nada le importa mas que el niño en su vientre. Y yo me conformo con sus besos que sé de agradecimiento y no de amor.

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