martes, 20 de marzo de 2012

Uno como quiera, pero… ¿y las criaturas?

Conocidos son los estragos que las obras púbicas, (concretamente las repavimentaciones) causan en el tráfico vehicular. El tránsito en las horas pico es, aunque suene trillado, insufrible. Y es ahí cuando uno descubre que el tiempo es relativo, porque un trayecto que antes te tomaba cinco minutos, ahora te toma el triple. La Av. México, que comunica el centro con la parte norte de la ciudad, es un ejemplo de estas “pacientes” obras de mantenimiento. Pero como dicen, eso no es noticia; lo verdaderamente sorprendente sucedió como una consecuencia casi inocente de la lentitud de la obra. Al estar bloqueado el paso al tránsito en general y con la calle guarnecida por montones de tierra y pilas de escombro, los niños (re-)descubrieron un lugar de recreación. Sin coches que interrumpieran la diversión, reaparecieron los triciclos, bicicletas y patines. Los escombros sirvieron como trincheras y las zanjas como escondite. Además, las travesuras se adaptan a las fases de la construcción, así, en los tramos recién asfaltados, aparecieron las canchas de futbol con piedras (o mochilas) de portería. Los adultos no se quedaron atrás y dejándose contagiar por los pequeños, volvieron a los paseos familiares a media calle. Irónicamente, cruzando el camellón se vive el estrés de ajustar en dos carriles lo que por lo regular se acomoda en cuatro. Ahí estan los claxonazos, el adormecido flujo vehicular, las paradas improvisadas del transporte público y las mentadas. Estas dos caras de la ciudad convivieron (y conviven) a escasos dos metros. Habrá que esperar el fin de la repavimentación, con lo que los coches tomarán de nuevo las calles y los niños…de regreso a su casa. Por lo pronto, a disfrutar la extraña sensación de caminar a media calle, sensación millonaria, auspiciada por el Gobierno Municipal.

2 comentarios:

  1. No paro de reir... Y éste es un ejemplo de cómo una simple letra puede cambiar todo el sentido.

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