lunes, 5 de marzo de 2012

Salila

Miguel Ángel Rivera Rodríguez

Reconocer el papel femenino en la literatura es al parecer fácil, determinarlo se vuelve aún más complicado y exquisito. El patrón que ha dejado a lo largo de la historia —desde Eva “incitadora del pecado” hasta la reina del golfo— abre un panorama distinto en las acciones activas o pasivas del personaje femenino. Pensemos en la Beatriz dantesca como imagen prototípica excelsa de la mujer medieval, aquella que su silencio es el sello de la galantería y la perfección mencionada por Alighieri en su comedia, o quizás de la humanizada Marcela cervantina que rompe los esquemas de la sumisión y los grilletes masculinos. Éstas comparten una misma función (resaltar las virtudes varoniles) aunque sus trazos difieran en actitudes de desprecio y belleza. Medio-Oriente legó parte de su literatura a la maravillada Europa que la acogió con agrado. Y es aquí donde enfatizaré la interacción del personaje femenino.

En oriente medio los rasgos que parecieran exclusivamente masculinos --como la sabiduría, el ascetismo o la inteligencia-- son adoptados por personajes del sexo opuesto. Dichas mujeres comparten una sencillez y una presteza; argucias que las llevan a observar con agudeza minuciosidades invisibles a los ojos del carácter masculino. Ejemplo de ello es Scherezade, quien al intentar librarse de la muerte su increíble inteligencia dejó los más fascinantes hechos de la literatura en medio oriente. Contrastando el ejemplo, los cuentos espiritualistas de la india plantean un conocimiento de las virtudes, ligadas a la meditación y el desarrollo de las prácticas intelectuales que de ninguna manera son exclusivas del sexo masculino. Los hindúes con el respeto que ejercían a sus dioses poseían arraigadas devociones a sus divinidades femeninas, diosas benevolentes dadoras de vida y fertilidad o bien, malignas y hacedoras de pestes. Dentro de la enseñanza védica, la mujer es digna de compartir el camino a la sabiduría. Ésta adquiere una imagen de inteligencia suprema a la de los sabios- Prema que es visitada por dios para ser premiada por su prudencia a la hora de interpretar las escrituras- o de inútil devoción- la reina descubre las pasiones que su esposo mantiene en sueños con Rama. La confianza y el valor que una mujer imprime en si misma es también objeto de apreciación en la cultura de la india; Salila, al quedar viuda decide conservar su vida aún joven y rechazar el sati, la valiente decisión provoca que en el pueblo la tachen de impura, condenada a vagar sin amparo. Hasta aquí su traición parece ser objeto de repudio, pero al término del relato el amor que le tiene a un desconocido le devuelve la dignidad que tuvo como mujer al encontrar un hombre que amó verdaderamente. Los cuentos hindúes aparte de tratar el estado espiritual, hacen con sus personajes un espejo en el que se puede reflejar el alma, ya que muchas veces adoptamos un papel masculino o femenino incluso dentro de los tabúes y rasgos sociales establecidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario