Luis Ricardo Guerrero Romero
Querer
a una persona equivale a decir:
No morirás (G.
MARCEL)
Aunque el Príncipe de la Canción nos recuerde que
amar y querer no es igual, en nuestro interior nos acosa el afán por descubrir
la verdad entre estos dos “estímulos y emociones” humanos que reafirman la
definición de hombre según Freud (el hombre es un manojo de emociones y
pensamientos), la inquietante sospecha que todos algún día hemos tenido de, si
quiero o amo, o de si me aman o me quieren, sigue siendo hoy un tema colosal y
de intensas corazonadas.
Para
descubrir el amor debemos alejarnos de cupidos y “candiles”, pues a los
primeros los aniquiló la mercadotecnia y de
los segundos nunca hay que confinarnos. El hombre amante, así como el
caminante o el cantante, es el hombre que actúa o vive se esa acción, la necesidad
de amor es tan fuerte y tan grande como la necesidad de un Dios, sencillamente
el hombre necesita esta necesidad, tal vez se la crea, pero por amor, por amor
a la vida, a él mismo. Lastimosamente la civilización equis-equis uno, poco se
apega al amor único, por eso se pregunta y quiere encontrar la diferencia entre
amar o querer, quisiéramos ir al súper mercado y comparar un amorometro y así
evaluar el como vamos más o menos amando; el filosofo A. Pfänder llama al amor
“un tomar partido en favor de la existencia del amado”, y Pieper traduce el “te
quiero” por un “es bueno que existas”.
La relación de amor es clara y únicamente del hombre al hombre, y del
hombre a la cosa, es un acto volitivo.
Sin embargo no encontraremos por ningún lado un amorometro, y lo único que nos
ayudará a apreciar o mejor dicho a regentar y guiar el amor será la fidelidad,
pues el amar gramaticalmente es un verbo regular, pero sustancial y activamente
es lo más irregular en el acto humano, por ello la fidelidad, es el parámetro
que tenemos para sondear nuestro amar, pues no se puede amar sin creer en el
futuro, sin tomar a cuanta la afirmación del otro en un tiempo próximo, la fidelidad garantiza el sí al tú en el
tiempo, es decir que en la fidelidad mora el amor, fidelidad a mi trabajo,
a mi pareja, a mi cuerpo y mi alma, a la amistad, hasta a un Dios, que es por
lógica la misma fidelidad.
Aurelio
Agustín, mejor conocido como San Agustín, dijo: la medida del amor es amar sin medida, y es cierto, las medidas son
exactas y con un margen de error, nuestro acto de amar ha de ser vida, y de la vida no hay un
conocimiento exacto, sino es hasta el morir; morir es parte de la vida. A todo
esto habrá que sumar que para amar hay que dominar-se, saberse y conocerse, Potentissimus est qui se habet in potestate (el
más poderoso es el que se domina a sí mismo) Séneca.
Pero si de todas formas aún se
quiere ir en busca de un aparato que mida el amor, puede usted viajar por
dentro de su ser y preguntar, preguntarse hasta la muerte cómo ha venido
amando. Próspero día del amor
Ama et fac quod vis (ama y has
lo que quieras): Sn. Aguistín
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