Mariana
Cabrera Vázquez
DRAE:
maestro, tra. (Del lat.
magister, -tri).
1. adj. Dicho de una
persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase.
2. adj. p. us. Dicho de un
irracional: adiestrado. Perro maestro. Halcón maestro.
3. m. y f. Persona que enseña
una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo.
4. m. y f. maestro de
primera enseñanza.
5. m. y f. Persona que es
práctica en una materia y la maneja con desenvoltura.
6. m. y f. Persona que está
aprobada en un oficio mecánico o lo ejerce públicamente. Maestro de taller.
7. m. Título que en algunas
órdenes regulares se da a los religiosos encargados de enseñar, y que otras
veces sirve para condecorar a los beneméritos.
8. m. Compositor de música.
9. m. Hombre que tenía el
grado mayor en filosofía, conferido por una universidad.
10. m. Mar. Palo mayor de
una embarcación.
11. m. Méx. Titulación
correspondiente a la maestría (‖ curso de posgrado).
12. m. ant. cirujano.
13. m. ant. Maestre de una
orden militar.
14. f. coloq. p. us. Mujer
del maestro.
15. f. desus. Mujer que
enseña a las niñas en una escuela o colegio.
Mi
primera maestra se llamaba Lety, no la recuerdo, yo sólo tenía poco más de un
mes de nacida.
¡Eso
no se hace!, recuerdo bien oír de Rocío, la primera maestra que me regañó, tenía
cabello corto y era muy blanca.
Yo
no sabía que las letras se comían después de decirlas, en tercero de kínder, me
comí la Y antes de tiempo. Rosalinda me castigó severamente.
Primero
de primaria, inolvidable por Verónica;
loca, rapada y parecida a un tejón. No supo controlarse cuando me abrí con un
vidrio del salón de inglés y sangré hasta la otra pared.
¡El
hombre inventó el fuego!, afirmó mi maestra Carmen, de sexto grado, antes de
castigarme por contestar en el examen que el hombre lo había descubierto. Todas
jurábamos que ella era un travesti por sus pantalones pegados de leopardo, sus
huaraches con plataformas, tops sin espalda, cabello erizado sin control, mitad
teñido, mitad despintado, su voz grave y su bigote; siempre me tenía castigada.
De
secundaria casi no recuerdo a alguno en particular, mas que a Violeta, la mujer
que me hizo entender la historia.
Oceguera
me dio más reportes en un semestre de los que puedo recordar en mi vida, a
regaños y suspensiones, pero me educó. La imagen falsa de punk se me deslavó
con el paso del tiempo.
Aprender
y comprender no es lo mismo, siempre he dicho.
Sobre
una bicicleta vieja, Porfirio iba a mi casa sólo para que no me perdiera las clases
de matemáticas cuando falté a la escuela por más de dos meses en tercero de
primaria. Gracias a él comprendí que la enseñanza rebaza el tamaño de las
aulas, el sonido del gis y los centímetros de una regla de madera.
Aprender,
mucho. Comprender, poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario