Paloma Ruiz Esparza Puga
Desde que Eva nació de una
costilla de Adán, se visualizó a la mujer como inferior al hombre. Con menor
inteligencia, con menores virtudes, con mayor abnegación. Desde este momento se
sujeta a la mujer siempre a las órdenes de algún hombre. Es así como se
comienzan a arraigar clichés sobre las cualidades masculinas o femeninas. Esto
ocurrió por muchos años hasta hace poco tiempo (todavía algunas abuelas nos
relatan sus vidas de jóvenes).
Desde el siglo XX ocurrió un fenómeno
transcendental para la mujer y para la sociedad en general, ya que provocaría
una revolución mundial. Se le llamó feminismo, que defiende la igualdad entre
la mujer y el hombre.
La mujer ya no es mandada por el
hombre, ahora ella es independiente y decide estudiar no para tener algo qué
hacer en su tiempo libre mientras se casa, sino para ejercer su carrera. Elizabeth Hilts, en su obra Manual de la perfecta cabrona, menciona
que todas las mujeres tenemos una cabrona interior y una lindura tóxica, ésta
dos continuamente están peleándose por sobresalir aunque ésta última sea
enfermiza. La lindura tóxica es el ingrediente que hace que una mujer no se
pueda desprender de los clichés establecidos y siempre esté insegura sobre sus
acciones, y al mismo tiempo esté molesta por lo que nunca hizo. La lindura
toxica no le deja mostrar sus verdaderos sentimientos y deja que los demás se
aprovechen de ella al ser excesivamente condescendiente. Así, Hilts describe
una mujer cabrona con las siguientes características: razonable, profesional en
su trabajo y amorosa en su hogar, ser equitativa con su pareja pero sobre todo
nunca decir sí cuando quiera decir un gigantesco no. Ella usa este calificativo
al hacer una pequeña y a la vez gigante comparación: cuando un hombre es
exitoso, lo llaman “triunfador”; pero cuando una mujer realiza bien su trabajo,
la llaman “cabrona”. La autora no le tiene miedo al adjetivo, para ella es como
una cualidad que no desea abandonar nunca.
Victoria Camps opina muy semejante a
Hilts. Ella opina que para llegar a tener las mismas oportunidades que el hombre
posee, la mujer ha elegido el camino de igualársele al hombre, o en otras
palabras, ha ocurrido una masculinización de la mujer. Ella ha renunciado a la
maternidad y a formar un hogar, solo se dedica a ser profesionista. Dice además que para tener una sociedad más
igualitaria en la práctica y no sólo en teoría, debe ocurrir una feminización
de los hombres. Que ahora ellos tomen parte de las obligaciones de la mujer y
que se ocupen de las tareas domésticas, y el cuidado de
los niños, entre otras cosas. Así, su utopía sería que ambos géneros se
fusionen para que la mujer de hoy en día en verdad pueda decir que ha ocurrido
la liberación que tanto ha esperado.
Para mí, estas dos autoras coinciden en
que una verdadera cabrona es una mujer que razona, es inteligente, no renuncia
a sus cualidades femeninas, jamás se comporta como hombre en ninguna situación
(ya que esto provocaría más machismo), pero sobre todo es segura de sí misma y
posee la clave de una buena sociedad: saber balancear los roles de cada género.
Bibliografía:
Camps,
Victoria, El siglo de las mujeres, 4ª
Edición, Ediciones Cátedra, Madrid, 2003
Soy el primer comentario después de 7 años y soy la autora de este texto. Nadie más lo ha leído y esta pagina realmente no sirvió para nada🤣
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