Educación
en México
El tema de la
educación en nuestro país en la mayoría de los casos nos refiere a la que se
imparte en las aulas de instituciones, públicas o privadas, clases dictadas por excelentes, buenos, mediocres y hasta
pésimos maestros. Por lo general se
invoca al fantasma del secretario del sindicato de Educación Pública en turno,
a quien se le achacan toda suerte de calamidades derivadas de la pésima
actuación de muchos profesores de todos
los niveles.
Pero, ¿es en los
planteles educativos donde recae el peso de la educación de los jóvenes que
asisten a alguna institución precisamente a cultivarse y escalar en la cuestión
formativa, tanto académica como en el ámbito de los deberes del ciudadano hacia
su sociedad?
Definitivamente la educación o más bien, la formación, empieza en el seno mismo de la familia, sea
esta adecuada o no. El niño crece
aprendiendo los diversos patrones de conducta que observa en sus mayores, sean padres, hermanos,
tutores, familiares, entorno habitacional y de impacto tan cercano como los
medios de comunicación. Todo ello lo va conformando para ser el adulto que luego
dará el mismo ejemplo de lo que haya aprendido en la infancia y adolescencia y
que moldeará más sólidamente en su etapa madura.
El ejemplo de
los mayores en contacto con el niño y el joven es básico en su formación y
concepción de valores que le acompañarán siempre, sean estos positivos o
negativos. La educación escolar es de
suma importancia para ayudar a formar su carácter y darle las armas académicas
con las que interactuará en el medio social donde se desenvuelva. Más es de capital importancia que en el
ámbito de lo personal y familiar cuente con las sólidas bases necesarias para
hacerlo un ciudadano comprometido con un entorno que en muchos países clama por
honradez, civilidad, respeto al prójimo, uso de su libertad son afectar a los
demás.
Lejos estamos en
México de conseguir un estilo o suerte de patrón que regule en cierta forma
nuestro desempeño como seres íntegros en una colectividad. La privación de los derechos humanos y
atropello a las garantías de seguridad social es cada vez más común, a manos de
miembros de la misma sociedad a la que pertenecemos, sin que parezca que tal
fenómeno vaya a la baja, antes bien, su aumento va en peligroso ascenso y ante
semejante falta de respaldo a los derechos individuales surge la pregunta: ¿Dé dónde
salieron tales entes que lejos de pensar en el bien común solo atienden a su
beneficio personal? ¿Cómo fue su educación y la educación de quienes los vieron
crecer y en su momento pudieron proveerlos con los ideales de bien y bondad
hacia ellos mismos y los demás?
La educación
empieza en casa, y si es adecuada, difícilmente se tiene que lidiar con
dirigentes sindicales corruptos, ineficaces y enemigos de la educación, maestros
incapaces y gobernantes mediocres, en
todas las escalas de su ejercicio legal, por no hablar del ciudadano común que
también con mucho contribuye al desorden y ausencia de los valores sociales más
elementales a que muchos aspiramos para una convivencia civil y dentro del
marco de la paz.
Margarita
Orozco
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