Instruir a los alumnos (estudiantes) en los elementos
de la ciencia y desenvolver su talento para que, al salir de la escuela, puedan
hacer los adelantos proporcionados a su capacidad, son los dos tipos de enseñanzas que refiere Jaime Balmes, (filósofo,
apologista, sociólogo y político español.) en su libro El Criterio.
Desde
luego el ejercicio de ambas tareas no es nada sencillo, para la primera es
necesario imprimir en los estudiantes conceptos, saberes y solo se requiere de
conocer las cosas por los libros, pero para la segunda tarea, se precisa
también conocer el fenómeno, la cosa.
Hércules, así nombrado por los latinos, Heracles, nombre propio del mundo helénico, es
conocido por unos cuantos, desde Disney hasta el pan Bimbo, su
historia de fuerza, vigor y osadía que lo definían, quedó perpetuada en
las caricaturas y en graciosas estampitas; sin embargo tengo que destacar un
aspecto mayor, el de cuando Heracles hizo la tarea.
Pasó en los días en la región de
Nemea, y el corpulento chico (Heracles) iba creciendo en cuerpo gracia y
sabiduría, imitando a los grandes dioses
y los grandes dioses lo premiaron. La tarea que fue forjando Heracles, fue algo
que consistiera en una ayuda para defenderse, muy al saber de la descomunal fuerza y su colosal apariencia, el
chico necesitó hacer un trabajo extra, una tarea: la maza. Dicen que vieron
como tallaba esta arma con sus manos
durante su primer trabajo, que residió en cazar al león de Nemea. Los dioses al
ver que el muchachito aplicó los conocimientos que le dio la vida misma y al notar que era un hombre
capaz de ser aun más óptimo, le obsequiaron otras muchas armas, por ejemplo
Hermes le dijo: −agarra ésta espada y usa pero no abusa del filo pues se
desusa−; el arco y las flechas, Apolo le dio, después de unos años los nuevos
Heracles, no usarían el arco y las flechas; sino el Arco y la Lira, que nos dará Paz; Hefesto le dio una coraza dorada,
redonda y perfecta, el astro mayor lo
miraba con recelosa luz y Atenea le regaló un peplo, de una exquisitez
tan exacta que ni Liverpool, ni Fabricas de Francia podrían igualar, (Atenea
tuvo que ser algo de sastre y después de confeccionar ropa, confeccionó
guerreros). Pero Poseidón, que lo poseía todo, como todo un don Juan,
condescendió a Heracles un par de caballos, quizás uno bello y bueno, otro feo y malo. Como
Platón nos dejó dicho en el Fedro: “El
alma es como un carro de caballos alados y un auriga que forman una unidad [...]
Nuestro auriga gobierna a la pareja que
conduce; uno de sus caballos es bello y bueno y de padres semejantes, el otro
es lo contrario en ambos aspectos.
Y todos estos presentes le dieron a Heracles, por ser
buen chico y hacer la tarea.
Hic et nunc
Lricardo
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