Paloma Ruiz Esparza Puga
En un diccionario leí alguna vez
que una madre era una hembra que ha parido. Creo sin lugar a dudas que esa
definición es aceptable, sin embargo no me parece del todo correcta, porque
conozco a muchas mujeres que biológicamente no pueden tener hijos y sin embargo
son magníficas madres.
Para mí, una verdadera madre es una
mujer que está en su mejor disponibilidad de criar a un bebé, de atenderlo
cuando tenga hambre, cuando su pañal se ensucie, de estar al tanto de él siempre
y en todo momento, educarlo y aprender junto con él. De estar al tanto de su
crecimiento y de aprender a escuchar sus pequeños o gigantes problemas y echarle
una mano para solucionarlos. Una verdadera madre es alguien que siempre está en
las buenas y en las malas no importando qué tan malas estén. Tal vez no sean lo
más hermoso que puede haber es este mundo, o tal vez sí, pero es muy cierto que
ellas nos hacen la vida menos miserable cuando tenemos un millón de problemas.
Por otro lado, siguiendo el parco
concepto que mencioné anteriormente, es decir, todas las mujeres que
biológicamente conciben un bebé se les llama madres, pero, ¿qué hay de las que
recién que nacen sus bebés los echan a una bolsa bien anudada, o bien, a una
caja de cartón y los tiran a la basura tal cual si fueran eso? Esas mujeres
locas e histéricas que golpean brutalmente a sus hijos sin razón alguna o
porque simplemente les desesperan, o que lo dejan olvidado en el carro por
horas y cuando regresan ya está muerto. Todas ellas a mí no me parecen madres, sino
mujeres con un alto grado de locura y cero instinto maternal que se aprovechan
de un niño que no sabe defenderse porque no tiene experiencia en la vida.
Es así que cuando nos enteramos de tantas
desgracias mundanas nos da gusto saber que nuestra madre no sólo nos ha hecho
menos miserable la vida, sino muy feliz y divertida ya que gracias a ella
nosotros podemos estar en esta vida, que es lo mejor que nos pudo haber pasado.
Así que aprovechemos este diez de mayo para agradecerles a muestras madres que
no nos dejaron olvidados en un carro o nos cortaron en pedacitos de pequeños
(aunque muchas veces lo hayan pensado, lo que cuenta es que no lo hicieron).
Paloma
Ruiz Esparza Puga
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