Andrei Oropeza
Perdí a mi madre en alguna de mis frases anteriores.
Por último, de noche me besó la frente. En el viento se respiraba el cambio, la
rebeldía, datos y consignas, panfletos serigrafiados a dos tintas, alcancías
para el movimiento, protestas y paros, o como dice papá; una moda tan grande
que hasta a ella la arrastró. Tenía grandes sueños que le arrebaté con nueve
meses de espera, tenía grandes sueños que no sé si ha cumplido, tal vez aún los
sueñe y tomó la correcta decisión. Tenía un plan para ella y ninguno para mí.
Los más románticos dicen que quería reparar este país para compartirlo conmigo.
A mi padre no le gustan los detalles, no me ha dicho
cómo ni a quién decirle mamá, de qué serviría echar de madres y que me calen
tanto a mí, para qué madrear si me dolería
a mí, mi vida es a toda madre aunque no entienda bien la frase.
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